sábado, 21 de agosto de 2010

El poder de las pocas palabras

Hay dos libros álbum que llamaron poderosamente mi atención porque en ellos se trabaja cierto juego de palabras fundado en el malentendido lingüístico y en la deíxis. Los deícticos son palabras "comodín" que sirven para denominar distintas cosas de acuerdo con el momento de habla. Por ejemplo, cuando digo "vos", me estoy refiriendo a la persona que lee este post; pero cuando la persona que lee este post dice "vos", seguramente está hablando de un otro que lo escucha (o lee). En realidad, "yo" siempre denomina a la persona que emite un mensaje; "vos", a la persona que recibe ese mensaje, y "él" a la persona de la que se habla. ¿Pero qué pasa si los personajes se llaman Uno y Otro?
En Uno y otro de M. Wernicke, editado por Ed.Calibroscopio, los personajes llevan nombres de pronombres indefinido. Uno y Otro son los protagonistas: Uno es blanco y vive en un mundo negro; Otro es negro y vive en un mundo blanco. Pero en un momento se encuentran. Nadie es una especie de ratita que intentará acercarlos, Todos son como un coro de perritos que harán también lo suyo, u por ahí también Alguien opina. 
Este juego de palabras indefinidas permite que cualquiera de nosotros pueda identificarse con ambos seres y sus mundos. Lo que nos acerca a aceptar a los diferentes.
Un bello libro álbum para ser disfrutado por todos. Los más chiquitos, del juego de color que va uniendo ambos mundos mágicos, y los más grandes, del chiste y el malentendido que se genera con los nombres.
Otro libro que también se funda en el malentendido lingüistico es Al Contrario, de Tom MacRae y Elena Odriozola, editado para la colección Buenas Noches de Norma. Al Contrario es una especie de fantasmático personaje que se dedica a hacer travesuras y que siempre hace todo lo contrario de lo que le piden. El día que cuenta la historia, se ha aparecido en casa de Martín y está haciéndole pasar un mal día. 
En una escena, Martín está sirviendo su leche cuidadosamente, pero aparece Al contrario y la leche sale hacia arriba empapándolo todo. Y cuando se quiere excusar frente a su madre o su maestra: "¡Fue Al contrario, allá abajo!". Pasa Al contrario y ya no está más allí.
Para resolver este entuerto que le está arruinando el día, Martín va a recurrir a su ingenio y a lo que sabe sobre la lógica del lenguaje. Muy divertido para chicos que ya saben leer y comprenden estos sutiles juegos de lenguaje.

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